La palabra dejo
Una palabra curiosa, con muchas acepciones, algunas con un uso poco frecuente, y otras, sobre todo el presente de indicativo el verbo dejar, con un uso mucho más habitual por parte de los hablantes.
A continuación, sus acepciones acompañadas de ejemplos sacados de la base de datos CORPES XXI, de la RAE.
A continuación, sus acepciones acompañadas de ejemplos sacados de la base de datos CORPES XXI, de la RAE.
1. Verbo dejar
Escalada salió de Emelec como bicampeón tras los títulos 2014 y 2015. "Dejo una gran etapa, pero requería un cambio", dijo el atacante, que consultado por su primer juego ante los azules esbozó una sonrisa.
«Luis Miguel Escalada: Fue difícil salir de Emelec, pero abrí otra etapa». El Universo (Ecuador). eluniverso.com, 8-1-2016.
Holmes conoce de antemano un dato importante: la última jugada la hicieron las negras. La pregunta es: ¿cuál fue esa última jugada que hicieron las negras?
Dejo al lector esta línea de texto para que piense la respuesta.
¿Lo ha descubierto ya?
Tubau, Daniel. No tan elemental. Cómo ser Sherlock Holmes. Ariel (España), 2015.
2. Tono de voz que deja entrever un determinado estado de ánimo del hablante.
-Tenía que hablar con usted. Esperaba encontrarlo aquí. –Su voz contenía un ligero dejo de amenaza-. Así que Manny ha abierto su puerta con un destornillador, para ponernos más cómodos. Hay café hecho.
Mosley, Walter. El demonio vestido de azul. Anagrama (España), 1994.
Parecen mariposas muertas, dijo ella con un dejo de tristeza, y encendió la radio para no llorar, para huir de allí, para escapar de esa bullente felicidad en la diadema encantada del bolero.
Lemebel, Pedro. Tengo miedo torero. Anagrama (España), 2001.
3. Sabor que queda tras comer o beber algo.
Sus aromas van de los tostados a las notas de higo pasa, incluyendo también azúcar quemada y eucalipto. En el paladar se muestra como un vino de buen cuerpo, lleno, con taninos altos, algo secos, en un final que llega entre dejos de té negro y madera dulce.
Gerschman, Rodolfo. Guía catadores de vino mexicano. Planeta Mexicana (México), 2012.
Historia del plato: "Adoro esta preparación por su simpleza: conserva su textura fresca y se le va ese dejo aceitoso, que lo hace un tanto pesado cuando se hornea o fríe. No está cargado más que de su propio sabor, que evoca al sur y que se intensifica con el aroma sutil de las hierbas y la sal de Cáhuil. Me gusta presentarlo entero, con su cabeza y cola. Lo he preparado para banquetes de cien personas, donde ocupo unos veinte salmones".
«La anfitriona». Paula (Chile). paula.cl/gastronomia/la-anfitriona/, 17-8-2013.
También, el olor que queda en el ambiente.
Hecho un bollo al lado de la basura estaba tirado el papel celofán que usaba Gloria para envolver su caja de zapatos. Angélica Durán tenía un pañuelo con el mismo motivo y lo levanté porque me sentía feliz hasta por esa tontería. Había un dejo a goma quemada en el palier.
López, Alejandro. La asesina de Lady Di. Adriana Hidalgo editora (Argentina), 2001.
4. Acento de una determinada zona, región, país...
De vez en cuando hablaba con Juan Suárez, hijo del preparador de los caballos de Severo, que había seguido los pasos de su padre, y se le parecía mucho con ese dejo argentino que escondía hasta el final de cada frase, esa panza incipiente de hombre feliz, los lentes gruesos y los rulos domesticados con gomina para atrás.
Tola Pedraglio, Raúl. Flores amarillas. Alfaguara (Perú), 2013.
Serrano, Marcela. «Misiones». Dulce enemiga mía. Veinte relatos. Alfaguara (Argentina), 2013.
La reconstrucción de su persona la inició con un viaje. Salió de la provincia por un tiempo, adquirió el dejo de los capitalinos y calcó sus modales y manías. Un día estaba parado observando el devenir de un grupo de senadores. Intentaba copiar sus posturas, la cadencia de sus ademanes. De pronto, sintió el perfume de uno de ellos: un perfume que nunca había olido y que jamás volvería a oler.
Freyre, Carlos Enrique. El semental. Estruendomudo (Perú), 2012.
5. Placer o disgusto tras realizar una determinada acción.
No importa quién toma tu piel, yo sé que en algún espacio sin tiempo en tu corazón, quedan la gana de amar, el dejo del beso que enternece, la necesidad del abrazo y, sobre todo, la caricia de lo posible.
La Torre Lagares, Elidio. Correr tras el viento. Terranova Editores (Puerto Rico), 2011.
Pero no desaprovechó la ocasión y en un dejo de no contenida calentura le tocó los senos, le alzó la pollera y le pasó la mano por allí donde estaba la llama, donde se sentía la brasa incandescente de su cuerpo y con desinhibida expresión le dijo:
—¡Qué desperdicio, estás bien mojadita, princesa, qué pena que no pueda!
Barreto Monzón, Aníbal. La santa política. Editorial Montemira (Paraguay), 2012.
Nada mejor que recordar que la vida puede ser como la de ese aviador que cae en el desierto: reparar nuestras alas y salir surcando los aires, es decir, volar, con el lenguaje, con nuestras ideas hacia otras latitudes. Cuando imaginamos creamos, y al crear resistimos. Impedimos que el dejo nos agobie y que la suerte de encajar nos resuelva la existencia.
Giraldo Herrera, John Harold. «El Principito: lo esencial es idear y vivir en nuevos mundos». Letralia. Tierra de Letras (Colombia). letralia.com, 1-3-2016.
6. Atenuación de la voz al hablar o al cantar al final de cada intervención del hablante.
Ella no supo si le hablaba en serio o en broma. Se limitó a repetir el nombre de la ciudad: Medellín, marcando un dejo en la elle.
Franco, Jorge. El mundo de afuera. Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Colombia). Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2014.
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