Persona humana
Dependiendo de cómo se utilice en el enunciado, la expresión persona humana puede considerarse una redundancia que se debe evitar.
Tras asegurar que "Felipe González no será eterno como cualquier persona humana (sic)", Borrell dijo que el PSOE no tiene que estar ligado en el futuro "a una o dos personas".
Castro, Raimundo. «Sucesión de González». El Mundo, 20-2-1995.
Es relativamente habitual usar la expresión en enunciados en los que se hace referencia a un error cometido por una persona.
Cometo errores, soy una persona humana.
Pero con uno de los términos es más que suficiente, como en el siguiente ejemplo.
https://objetivocadiz.es/2019/04/27/yo-no-soy-perfecto-tambien-me-equivoco-soy-humano/
Legaz y Lacambra, Luis. La noción jurídica de la persona humana y los derechos del hombre.
Irizar, Liliana Beatriz. «En defensa de la persona humana». Filosofía y educación (Colombia).
Sin embargo, no es redundancia en los siguientes casos:
a) En textos jurídicos, desde el punto de vista del Derecho, una persona física (o persona humana o persona natural) hace referencia al ser humano y una persona jurídica (o persona moral) a entidades cuyo objetivo es cumplir con un objetivo social.
b) Como concepto filosófico, es habitual su uso.
https://www.filosofiayeducacion.es/En-defensa-de-la-persona-humana-C-163.html
c) En enunciados con intención humorística, irónica, etc. (mejor escribirlo con letra cursiva para dejar claro el propósito).
Como persona humana (y no reptil ni felina) que decidió vivir sin coche el día mismo que obtuvo el carnet de conducir, comprendo que un colectivo profesional pida mejoras en su situación.
«Mala imagen de las guaguas». Etcétera. Suplemento de La Opinión de Tenerife, 25-7-2004.
d) En enunciados en los que la palabra humana posee un sentido de bondad, en contraposición a una persona que actúa sin humanidad.
CUENTA Elisabeth Roudinesco en su biografía de Jacques Lacan
(Anagrama, 1995) que, de paso por París, donde tenía intención Victoria Ocampo
de probarse un traje sastre gris azul, seis sombreros y charlar con sus
amistades de ambos sexos que, de pronto pidió a unos amigos -Alicia Borinsky,
por supuesto, entre ellos- que le organizaran un encuentro con Lacan.
"¡Pero por Dios, Victoria, -exclamó asombrada la Borinsky- cómo sois vos
de estrafalaria! ¿Desde cuándo te interesas por el análisis freudiano?".
He aquí la soberbia contestación de Victoria Ocampo: "Era el amantito de
la mujer de Drieu". No estoy seguro de que Lacan pueda considerarse
enteramente una persona humana
Pombo, Álvaro. «El amantito de la mujer de Drieu». El Mundo, 30-9-1995.
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