Trasnochador y trasnochado
Un pequeño ejemplo de cómo por una sola letra se origina un "conflicto". El siguiente texto se oyó en el programa de radio Directo Marca Coruña (11-11-2020). Uno de los contertulios hablaba sobre el entrenador del Deportivo:
Estamos falando de un entrenador arcaico, trasnochado, do século XIX… É que non se pode, home, non se pode. Mira, xa… xa, o que fixo o ano pasado, que estivo a… É verdad que estivo a punto de… de salvar ao equipo, pero ó final pinchou.
Estamos hablando de un entrenador arcaico, trasnochado, del siglo XIX… Es que no se puede, hombre, no se puede. Mira, ya… ya, lo que hizo el año pasado, que estuvo a… Es verdad que estuvo a punto de… de salvar al equipo, pero al final pinchó.
A lo que una contertulia apostilló lo siguiente:
Pois eu penso que estamos un pouco negativos, un pouco pesimistas […] Despois, o que decía Jose Iglesias de… es un trasnochador. Bueno, ese tipo de argumento a verdad é que é un pouco… ¿non?
Pues yo pienso que estamos un poco negativos, un poco pesimistas […] Después, lo que decía Jose Iglesias de… es un trasnochador. Bueno, ese tipo de argumento la verdad es que es un poco… ¿no?
Trasnochado, trasnochador. Una simple r cambia totalmente el significado de la palabra. Con trasnochado se hace una crítica desde el punto de vista profesional. La intención es la de hacer ver que los métodos futbolísticos del entrenador se han quedado anticuados y faltos de novedades.
Trasnochador tiene, en cambio, un componente más personal y su significado es básicamente `irse tarde a dormir´, aunque se le puede dar una connotación negativa y sugerir cierto pasotismo a la hora de entrenar al equipo, como si lo único que le interesase fuese la juerga y el regocijo de la noche.
Otros ejemplos con esta connotación negativa:
La Retaquita recordaba muy bien que, en efecto, los clientes más fieles de su padre eran los trasnochadores que se habían pasado horas bebiendo en los barcitos del centro y los trabajadores que entraban al alba a las fábricas de las avenidas Argentina y Colonial y los alrededores del Puente del Ejército.
Vargas Llosa, Mario. Cinco Esquinas. Alfaguara (España), 2016.
Sólo la vieja Paca me tomó fastidio, puesto que notó mi personalidad de bueno para nada, holgazán y trasnochador —entre otros defectos—, y fue desde la primera noche porque llegué sorpresivamente como a las ocho.
Parra Alcívar, Santiago. «"Ya estaba escrito lo que ocurriría en el viaje"». Brújula para bucaneros modernos. El Conejo (Ecuador), 2011.
Los viejos con dinero y perversiones de sobra abundaban. Pagaban muy buena plata y te paseaban en esos carrazos. Pocos te invitaban a comer, y aunque fuera en esos huecos para borrachos trasnochadores, una se daba bomba cuando entraba de lo más señorona, viendo por encima del hombro a la chusma y una pisando como en vidrio, luciendo tu escote, tus lolas, para darles envidia a las mujercitas de verdad.
Chirinos, Orlando. Beso de lengua. Planeta Venezolana (Venezuela), 2007.
Rechazó la oportunidad de hacerse profesional, pues la actividad de las mujeres como artistas no era bien vista en aquella época en un sector de la población, al igual que el flamenco en general, a quienes consideraban "gente de mal vivir, trasnochadores y borrachos", por lo que en muchas tabernas había letreros con la frase "prohibido el cante". Era un sector de la población que no entendía la cultura flamenca y su complejidad, que afortunadamente hoy día está puesta en valor en todo el mundo.
López Cordero, Juan Antonio. Arte flamenco en Pegalajar. 40 años de festivales (1969-2008). Ayuntamiento de Pegalajar (España), 2008.
Un amplio abanico de sitios de diversión le hace honor al mote de 'trasnochadora' de la capital de Risaralda.
Variedad es la palabra que define los atractivos que Pereira ofrece a sus visitantes. La capital risaraldense en los últimos años se ha convertido en ciudad comercial, de crecimiento acelerado, con numerosos centros comerciales.
«Pereira, la ciudad trasnochadora, protagonista de la quinta entrega del City Tour». El Tiempo (Colombia). eltiempo.com, 20-8-2008.
Llevaba un vestido de tafetán oscuro con un saco de cuatro botones, muy ceñido a la moda del día, con cuello duro, corbata ancha y un sombrero canotier. Llevaba además unos espejuelos de moda, redondos y con montura fina, y vidrios naturales. Quienes lo conocieron en esa época lo veían como un bohemio trasnochador y mujeriego, que sin embargo no se bebió un trago de alcohol ni se fumó un cigarrillo en su larga vida.
García Marquez, Gabriel. «Vivir para contarlo». El País (España). el País.com, 28-1-2001.
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