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Curioseando en la ortotipografía

Lista de onomatopeyas

15 diciembre, 2022

Chamba

   La palabra chamba tiene un significado diferente en el español de América que en el de España. 

   En América Central, México y algunos países de América del Sur (sobre todo en Perú), se usa, de manera coloquial, con el significado de `trabajo´.

Son personas muy trabajadoras, que se ponen la camiseta del programa y solo tengo palabras de elogio. A veces me sorprenden porque una vez terminó una pareja en vivo y en mi caso yo no podría exponer mi vida privada así. Pero respeto la chamba de ellos, no es fácil estar en su lugar.
«Coco Maggio: "No la elegí, pero Vanessa Jerí hace un buen trabajo"». Perú21 (Perú). 25-3-2016.

La mujer del puerto, así la llaman en esos pueblos tan miserables que ni las moscas gustan detenerse mucho en las caras de los muertitos. Por eso mi vieja se mudó para Guaymas donde encontró una chamba en el hotel, lavando a mano ropa fina. Yo crecí entre cajas de detergente y envases de almidón. 
Aponte Alsina, Marta. El fantasma de las cosas. Viejo San Juan: Terranova (Ecuador), 2010.

Una mujer joven, de pelo negro con hebillas en formas de mariposa, bajó de un Honda Civic azul mal estacionado -una de las llantas sobre la banqueta- frente a una casa de un piso, las paredes de madera pintadas color ocre, y el jardín con rosales florecientes y un limonero que parecía haber estallado (los limones regados en el piso). Ella lo miró y siguió su camino, como si al instante de verle la cara hubiera descubierto que no había nada de valor en él, no merecía perder el tiempo como para dirigirle la palabra, seguro era uno de tantos paisanos que rondaban las calles en busca de chamba, carpinteros o plomeros o albañiles, cualquier cosa con tal de ganarse unos pesos. ¿Por qué no se volvían a México?
Paz Soldán, Edmundo (Bolivia). Norte. Mondadori, 2011.

- Casi nada. Hace 10 años comencé a trabajar en el museo, vendiendo los boletos de entrada. Hoy estoy a cargo de la membresía.
- Entonces, es una buena
chamba para los poetas, esto de trabajar en museos.
- A mí me dieron tres días por semana y dos para quedarme en casa escribiendo. Pero escribo fuera de casa.
Sáez, María Eugenia. «Marisela Norte: la poeta voyeur del MTA que recorre el mundo. Desde el este de Los Angeles a todas partes, sin vehículo y sin computador». Letralia (Venezuela), 28-3-2005.

Se imaginó a la tuerta calata haciendo el amor en una carcocha, con un desecho humano como ella. ¡Qué asco! Quién sería ese pobre diablo al que se le paraba el pájaro con semejante bagre adiposo. Desde ese día se le metió entre ceja y ceja reventarle la vida y dejarla sin chamba. Pero hacía falta una buena investigación para acabar con ella.
Vargas Llosa, Mario (Perú). Cinco Esquinas. Alfaguara, 2016.

«Esto es neta ¿verdad?» El otro asintió. «Con esta señora no se juega, ni tampoco le gusta jugar. Es vara alta». «Vara alta ¿dónde?» El mensajero vio para un lado a otro de la calle. Empleados vestidos con traje avanzaban con pasos acelerados rumbo a sus chambas. Pura tienda de marca en los alrededores. «Si te digo quién es ¿no rajas?» El Máquinas volvió a llevarse la señal de la cruz a la boca. «Por la virgencita y por mi madre que en paz descanse». El flacón volvió a ver de un lado a otro.
Arriaga, Guillermo (México): Salvar el fuego. Alfaguara, 2020.

La estrecha colaboración (¿colusión?) de Yale con el gobierno también me irritó. Como becario tuve que trabajar 10 horas semanales para la universidad: el primer año de mesero en los comedores de los estudiantes y los siguientes tres en alguna actividad más o menos académica. Tuve la suerte de encontrar chamba en el departamento de cartografía de Yale. Al poco tiempo empezaron a encargarme mapas muy detallados de lugares que desconocía. Al preguntarle a mi jefe acerca de esos mapas, me contestó que se trataba de un proyecto sobre aldeas de Vietnam que les había encomendado el Departamento de Defensa en Washington.
Marín Bosch, Miguel: «JFK + 50». La Jornada (México)31-10-2013.

Sobre hombres parteros poco o nada se sabe, por lo que don José Torres ha roto el paradigma de que este oficio es "cosa" de mujeres. Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que en el área rural las mujeres tienen un promedio de 3.5 hijos, por lo que la "chamba" no le falta a este padre excepcional.
Fuentes, Carolina: «Don José Torres, el papá partero de Cofradía». La Tribuna. Dominicales (Honduras), 22-3-2015.

MARIA T.: Bueno, como que me ayude en el oficio no, pero el pobre está que se vuelve loco por encontrar una chamba que le de dinero en abundancia; aunque sea de jinete de algún alto funcionario.
Padilla Ramos, René. Mandé al diablo al demonio. René Padilla Ramos (Guatemala), 2001.

La sabiduría popular rebautiza el dinero para mostrar sus distintas funciones, orígenes y rasgos sociales a través de la fuerza expresiva de las metáforas. Son reales porque la corona los acuñaba. Son plata porque ese metal sirvió como medio y medida de intercambio. Son harina y bollos porque se convierten en el pan de cada día. Son fichas porque antes del casino global hubo casinos nacionales y locales donde el azar y los arreglos amañados decidían la fortuna. De chamba (trabajo) vienen los cham¬bulines. Y sin chamba, para los pobres no los hay. Quizás la volatilidad de sus flujos está inscrita en el apodo lapas. Hay que renombrar a las remesas para desentrañar las funciones sociales que desempeñan.
Rocha, José Luis. «Remesas: ¿un fetiche? Antídoto contra optimismos insensatos». Envío digital. Managua (Nicaragua), 3-2008.

Ella tuvo la opción de buscar otra chamba en centros nocturnos de las calles Barahona o la Juan Erazo, donde la exigencia de edad era menos rigurosa, pero ya estaba hasta la coronilla de bregar con vómitos y babas de borrachos, de ver colegas suyas desgranar botellas de ron o cerveza en las cabezas de otras compañeras, de esconder navajas entre las tetas, de ingerir alcohol hasta embucharse sólo por deber del oficio, de botar los tragos para aumentar el consumo de los clientes. En fin, de soportar las barbaridades del mundo nauseabundo de la prostitución.
Gutiérrez, Franklin. Al canal de la delicia. Ediciones Alcance (Rep. Dominicana), 2009.

La mujer del puerto, así la llaman en esos pueblos tan miserables que ni las moscas gustan detenerse mucho en las caras de los muertitos. Por eso mi vieja se mudó para Guaymas donde encontró una chamba en el hotel, lavando a mano ropa fina. Yo crecí entre cajas de detergente y envases de almidón. Era el niño más almidonado de Guaymas. El viejo volvió una vez y me dijo que me fuera con él, que iba por mal camino si seguía al cuidado de mi vieja, que así de limpios no se vestían los machos. Pero este no es mi cuento, mi cuento no te interesa.
Aponte Alsina, Marta. El fantasma de las cosas. Terranova (Puerto Rico), 2010.

   En España, también coloquialmente, se emplea para referirse a algo que se lleva a cabo con mucha suerte, de chiripa.

-Llevaba años escondido en una residencia para inválidos de Vilassar -siguió refiriendo el abogado señor Miscosillas-. Por pura chamba conseguí averiguar su paradero sobornando a un chófer negro y botarate que de cuando en cuando traía y llevaba a la otra Ivet a la residencia de Vilassar.
Mendoza, Eduardo. La aventura del tocador de señoras. Seix Barral (España), 2001.

La figura de Begoña (ahí sigue) en una celda de Yeserías me recuerda que yo mismo no estoy ahora en la cárcel por pura chamba, gracias a un mapamundi y a los enchufes de mi padre.
Molina Foix, Vicente: El abrecartas. Barcelona: Anagrama, 2006.

Nos entreabrió el portón, con mucho recelo, un viejecillo menudo que nos preguntó por el motivo de nuestra visita. «Mi amigo tiene mucho interés en ver estosesplendores inigualables», y el viejecillo nos franqueó el paso sin más, como si el Fiti hubiera acertado de chamba la contraseña del día.
Benítez Reyes, Felipe. El azar y viceversa. Planeta (España), 2016.

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