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Curioseando en la ortotipografía

Lista de onomatopeyas

27 mayo, 2019

La palabra adusto

     La palabra adusto se aplica, sobre todo, a personas, por ejemplo, para hacer referencia a su carácter: 

Su carácter adusto era perfecto para hacerse obedecer por la servidumbre, se mantenía vigilante para que no se desperdiciaran la comida y el jabón, y trataba de sacarle el mayor partido a cada centavo, como si el dinero de los Cenda fuera también suyo. 
Orlando Rodríguez, Antonio. Chiquita. Santillana Ediciones Generales (España), 2009. 

La puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe sin darle tiempo al director de la Agencia Nacional de Inteligencia para prepararse. Enfrente tenía a los dos criminólogos aún con los cabellos mojados, perfumados y con ropas nuevas. Parecía que recién se habían levantado, pero Sandra Calderón clavó aquella mirada cruda que siempre descolocaba al más adusto de los superiores. 
Kruger González, Roberto. El plan Morgana. Nowtilus (España), 2012. 

El inspector Quintero era un curtido interrogador y su propia autoestima le exigía doblegar como fuera la voluntad de ocultamiento del guarda de la finca de Montclair. Éste era un hombre adusto, cerrado de carácter y de acento, de edad indefinida, de mediana estatura y recio aspecto. El encierro en el calabozo sólo había servido para despertar su sentido estoico de la existencia, pero el paso del tiempo, la falta de noticias y el extrañamiento que sentía lejos de su guarida habían empezado a ablandarlo. 
Guelbenzu, José María. El hermano pequeño. Ediciones Destino (España), 2011. 

Tratando de conquistarles el desdén, Viali trazaba círculos en el aire con la lengua, se levantaba las tetas con las palmas de las manos y extremaba sus ilustraciones gestuales de los equívocos del petiso. Tres o cuatro mantuvieron su desprecio vigilante; los otros estaban adustos y tensos, como si la erección les hubiera invadido todo el cuerpo. Román y Pucherito de gallina retribuían la apatía haciendo sus partes automáticamente, mirando nada. 
Espinosa, Gustavo. Las arañas de Marte. HUM (Uruguay), 2011. 

Guliev no tenía ni idea de lo que le estaba contando ahora Dervis. Aunque desde el primer momento habían considerado la posibilidad de que los armenios convocaran una conferencia de prensa para utilizar la alfombra como arma de propaganda, no tenían ninguna prueba concreta de que ésa fuera su intención. Su expresión de autosatisfacción se transformó en la actitud adusta y avinagrada, que Dervis ya conocía de anteriores entrevistas. 
Dezcallar, Rafael. Seda negra. Ediciones Destino (España), 2009. 

     Aplicado también a personas, pero en este caso para describir su aspecto físico, como en los siguientes ejemplos: 

En 2006 tuve el honor de recibir durante dos días al ex primer ministro francés Lionel Jospin, un tipo de aspecto adusto pero con un enorme sentido del humor. Le enseñé algunos lugares emblemáticos de Cantabria y tuvimos alguna discusión en torno a qué país tiene el mejor vino, si Francia o España. Más allá de que algunos vinos franceses son extraordinarios, aunque de precio prohibitivo, llegué a convencerle de que en calidad media y, sobre todo, en precio ganaba España. 
Revilla, Miguel Ángel. Ser feliz no es caro . Espasa Libros (España), 2016. 

Nunca sintió nada igual con ninguna otra mujer, ni siquiera con el amor adolescente de la Cisca, que le descubrió la tersura de su cuerpo una noche de luna llena en la caseta de las eras, y lo amó con pasión ciega, tenaz y atolondrada hasta quedar apartada por el compromiso formal con la Amalia, atractiva y esbelta, pero seca y adusta como las matas agostadas en los páramos de Hontanalta, pensaba Ezequiel Molina; y fría para el amor, que hacía como de encargo o de oficio matrimonial inevitable. 
García Simón, Agustín. «Hontanalta. Ezequiel Molina». Cuando leas esta carta, yo habré muerto. Ediciones Siruela (España), 2009. 

     También, para describir su expresión facial: 

TOMÁS.−(Jactancioso). ¡Y con el 72 en su blusa! ¡Por muy poco no te das de narices con el prodigio, Asel! No hace ni cinco minutos que se ha marchado. (Tulio se sienta en un sillón y resopla con gesto adusto). ¡No me creen, Max! Piensan que me gusta inventar. (Pasea y bebe). Que se lo pregunten al enfermo. Estaba despierto cuando ella vino. 
Buero Vallejo, Antonio. La fundación. Editorial Espasa Calpe. Colección Austral, 1989. 

-Lo que pasa -interrumpí- es que Eva y yo no queremos tenerlo. 
El doctor se echó hacia atrás con expresión adusta
-¿Cómo está tu hermano? -me preguntó, como si no hubiera escuchado mi última declaración. 
Wurgaft, Ricardo. Sanhattan. Confidencias de un lagarto en los 90. Catalonia (Chile), 2012 

     Por tanto, la palabra adusto refleja una expresión, presencia  y un carácter seco, malhumorado, poco amable.

     La palabra también se puede referir a cosas, por ejemplo, es muy habitual usarla para describir un paisaje, un edificio, etc.: 

Aquella decisión se convirtió en una bocanada de aire limpio que conquistó la atmósfera, incluso algún día volví a respirar esa alegre luz que impregnó las sábanas de mis padres tiempo atrás. Los edificios grises y adustos que me contemplaban desde laventana del salón se transformaron y recuperaron un ligero tono pastel. En el momento en que supe que iba a abandonarlos no me parecieron tan amenazantes ni desdeñables, lo mismo me sucedió con los adoquines y los paseantes. 
Trías de Bes, Fernando. Palabras bajo el mar. Alfaguara (España), 2006. 

A la medianoche dos agentes me sacaron del adusto edificio y condujeron a una cárcel ubicada en las afueras de la ciudad. Antes de entrar me palparon de armas, lo cual era ridículo a esa altura de los acontecimientos, pero la burocracia es la burocracia. Después ordenaron que subiese unas escaleras de hierro y recorriese un pasillo iluminado por bombitas mortecinas. 
Aguinis, Marcos. Liova corre hacia el poder. Sudamericana (Argentina), 2011. 

El Soldado 13 sabía la historia de aquella edificación y se dedicó a contemplarla en silencio. La antigua casa de seguros, ocre y adusta, había recibido hacía veinte años a los hombres que, convertidos en apocalípticos azotes proletarios en la tierra, habían asumido la responsabilidad de defender con cualesquiera métodos la revolución asediada por sus enemigos internos y externos. 
Padura, Leonardo. El hombre que amaba a los perros. Tusquets Editores (España), 2009.

A mis espaldas imagino el jardín, verde y mojado, sin carretilla y sin hamacas. Las piedras viejas del salón brillan más grises que el aire, y el río es negro, espejeante, como un pozo hondo. Fuera de la ventana, a mis espaldas, empieza Londres, las calles otoñales y adustas, los cristales empañados de los pubs y las salas de té. 
Aldecoa, Josefina. La casa gris. Alfaguara (España), 2005. 

     Incluso, para el clima:

La película cuenta la historia de Bella Swan (Kristen Stewart), una hermosa mujer que decide irse a vivir con su padre cuando su madre se casa por segunda vez. Su nueva vida incluye una mudanza a un nuevo pueblo, Forks, marcado por un adusto clima. 
«Estreno de Multicines». El Mercurio (Ecuador). elmercurio.com.ec, 2-1-2009. 

La estadía en Roma, pese a su brevedad, resultó encantadora y sugestiva, empapándonos prácticamente de ese ambiente milenario, severo, adusto y majestuoso que parece gravitar sobre las calles de la ciudad de las siete colinas, evocando un pasado repleto de acciones y gestas, de sufrimientos y desolación, de barbarie y de tradiciones, de sangre, vicios y debilidades, pero también de gloria y de grandes, de heroísmo y de abnegación. 
Pinzón Sánchez, Felipe. El ajedrez en el Perú. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Perú), 2010. 

      El ambiente de un lugar:

Cuando logré salir de la penumbra adusta del aeropuerto de Berlín-Tegel miré entre los taxistas si alguno tenía mi nombre en un cartelón. Poco antes de viajar y de llenar el papeleo para la beca que me habían asignado, logré escribirle a un viejo amigo que vivía en Berlín desde hacía unos años, el chileno Ernesto Lajos. Cuando me telefoneó sentí que su voz , después de una larga ausencia, todavía guardaba el rencor de aquellos añosen que fuimos los amantes predilectos de una misma mujer: Malva, con quien gastamos saliva, semen, citas famosas y todas las revoluciones posibles frente a tazas de café y camisetas usadas dos veces. 
Cardona, Cezanne. La velocidad de lo perdido. Terranova Editores (Puerto Rico), 2010. 

     El estilo narrativo de un escritor:


«Para saber lo que es la soledad». Eterna Cadencia (Argentina), 2009. 
https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/el-libro-en-la-pizarra/item/para-saber-lo-que-es-la-soledad.html

     El Diccionario de la RAE le da otra acepción: algo que está quemado o tostado (sobre todo por el sol).   
     En definitiva, usos para multitud de referencias.



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