El verbo distar
Dos sentidos tiene esta palabra:
Primero, distancia temporal o espacial de una persona o cosa con respecto a otra;
Por cierto, fue el mismo Senaquerib quien en el año 691 a. J. C. mandó construir un acueducto de superficie para transportar las aguas desde un afluente del Zab Mayor y aumentar, así, el abastecimiento de Nínive, la capital del reino, que distaba unos 25 Km.
Villuendas, María Victoria. Las Técnicas [Historia de la Ciencia Árabe]. RACEFN (España), 1981.
Llegué a Eucaliptos. Fui la única pasajera que descendió del tren en la estación. El guardagujas se brindó a ayudarme con mi equipaje porque, en realidad, el "pueblo" distaba unos mil metros.
Prada Oropeza, Renato. Larga hora: la vigilia. Premia (México), 1979.
Yo había arrendado una pequeña casa en el balneario de El Vergel, que distaba unos diez kilómetros de mi parcela, mientras edificaba en ella mi propia casa.
Araya, Enrique. La luna era mi tierra. Andrés Bello (Chile), 1982.
Segundo, diferencia notable entre una cosa o persona con respecto a otra.
De este modo, en un corto periodo de tiempo sucumbió el régimen autonómico en Puerto Rico, cuya obtención había significado una larga y costosa lucha para el liderato criollo, y ese régimen era suplantado por un gobierno militar que no distaba de la antigua forma de gobierno español.
G. Silvestrini, Blanca; Luque de Sánchez, Mª Dolores. Historia de Puerto Rico: trayectoria de un pueblo. Cultural Puertorriqueña, INC (Puerto Rico), 1987.
He contado esto no para dármelas de naturalista ni de exploradora, sino para que se vea que mi estancia en aquella tierra de agrestes soledades, donde la única riqueza que existía era la del Reino Natural, distaba de ser indeseable. En realidad, había encontrado allí, al otro lado del océano, un silencio y una paz semejantes a los de mi bosque.
Benítez Rojo, Antonio. Mujer en traje de batalla. Alfaguara (España), 2001.
Su forma de trabajar distaba mucho de los métodos tradicionales que empleaban otras figuras del campo de la moda como Madeleine Vionnet o Jeanne Lanvin. Ella jamás pisaba los talleres.
Figueras, Josefina. Protagonistas de la moda. Ediciones Internacionales Universitarias (España), 2005.
Gracián iba así conformando su propia gloria mientras construía a nueva luz la imagen fernandina. Pero esta distaba de formularla bajo especies cultas y eruditas, pues alababa sobre todo la capacidad y el valor del monarca para asegurar la reputación, insistiendo una vez más en que no eran necesarias las ciencias para gobernar.
Egido, Aurora. La búsqueda de la inmortalidad en las obras de Baltasar Gracián. Real Academia Española (España), 2014.
Este no era el mismo Ernest que Max había aprendido a ennoblecer. Sí, cuando lo conoció, lo cotejó con una tonada de Gershwin, ahora se había transfigurado en una versión histérica de una ópera de Wagner; en una homérica y patética réplica de un ídolo trastornado, calzando botas vaqueras en piel de víbora. Por otra parte, su novísimo dogmatismo distaba de la idea que Max se había hecho de él; un hombre versado en la concepción ateísta, harto anarquista, libre, sin pudor, ni culpa.
Henríquez, Leonardo. Días misántropos. Mondadori (Venezuela), 2009.
Como curiosidad, en los ejemplos con el primer sentido el verbo distar no va acompañado de preposición. Sin embargo, en los del segundo sentido, distar sí va acompañado de la preposición de.
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